La convivencia social que persigue la Constitución y que debe enseñarse en las escuelas, colegios, y universidades del país por ser un valor constitucional, sólo es posible en un lugar: el planeta tierra.
Un medio ambiente sano es el “soporte del adecuado desenvolvimiento de la vida en sociedad” (Corte Constitucional , 2017, párr. 43). Sin él no hay convivencia posible. El Código Nacional de Seguridad y Convivencia Ciudadana (ley 1801 de 2016) lo entiende bien al definir la convivencia como “la interacción pacífica, respetuosa y armónica entre las personas, con los bienes, y con el ambiente, en el marco del ordenamiento jurídico” (Artículo 5)
La protección del medio ambiente deber ser enseñada y aprendida en las instituciones educativas colombianas por eso, y porque estas tienen el deber de formar a los colombianos, no sólo “en el respeto a los derechos humanos, a la paz y a la democracia” sino también “para la protección del ambiente” (Constitución Política, Art. 67) Y debe serlo, también, porque es urgente hacerlo: porque “nuestra casa está en llamas” como ha dicho en sus discursos la activista ambiental sueca Greta Thunberg.
Este deber, que es una necesidad, toma forma en la política nacional de educación ambiental, “fortalecida” por la ley 1549 de 2012 según la cual la educación ambiental es
un proceso dinámico y participativo, orientado a la formación de personas críticas y reflexivas, con capacidades para comprender las problemáticas ambientales de sus contextos (locales, regionales y nacionales). Al igual que para participar activamente en la construcción de apuestas integrales (técnicas, políticas, pedagógicas y otras), que apunten a la transformación de su realidad, en función del propósito de construcción de sociedades ambientalmente sustentables y socialmente justas. (Artículo 1)
El principal instrumento que esta ley dispone para la educación ambiental en Colombia son los Proyectos Ambientales Escolares (PRAE), los cuales deben incorporar a las dinámicas curriculares de los establecimientos educativos, de manera transversal, problemas ambientales relacionados con los diagnósticos de sus contextos particulares, tales como, cambio climático, biodiversidad, agua, manejo de suelo, gestión del riesgo y gestión integral de residuos sólidos, entre otros, para lo cual, desarrollarán proyectos concretos, que permitan a los niños, niñas y adolescentes, el desarrollo de competencias básicas y ciudadanas, para la toma de decisiones éticas y responsables, frente al manejo sostenible del ambiente. (Artículo 8°).
De manera que la educación ambiental, tal y como lo prevé la ley, busca influir en la “toma de decisiones éticas” de los estudiantes colombianos, para que en ellas tomen en cuenta el “manejo sostenible del medio ambiente”; es decir, para que los estudiantes aprendan a coexistir en armonía, a convivir con él.
La implementación de los PRAE ha impactado positivamente varias comunidades del país. El Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible (2016) ha destacado varias de ellos, entre los que se cuentan el proyecto Arroyando, en Ciénaga de Oro, Córdoba, que ha hecho conscientes a los vecinos del municipio de los problemas ambientales que este tiene (en particular el arroyo Las Piedras, que lo baña) y ha provocado el cambio de su comportamiento” (Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, 2016, p. 58); el proyecto Vivir en comunidad, un compromiso de todos: hacia la sostenibilidad ambiental de Sandoná, implementado en el municipio de este nombre, cerca del volcán Galeras en Nariño, en la Institución Educativa Sagrado Corazón de Jesús, que cuenta entre sus logros el cultivo orgánico de más de 200 matas café, el manejo integral de residuos como “laboratorio pedagógico”, y "la producción de biogás con base en estiércol del ganado, y la capacitación en esta tecnología a los miembros de la comunidad educativa” (Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, 2016, p. 105); el proyecto Hacia la sostenibilidad ambiental del bosque seco tropical en el municipio de Santa Catalina de Alejandría, Bolivar, que ha logrado que los campesinos del municipio remplacen el abono químico por el orgánico, lo que redunda en beneficio de “la conservación del bosque seco tropical” (Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, 2016, p. 156).
En las ciudades—en Bogotá, particularmente— los proyectos de sensibilización respecto a las especies animales que viven o pasan por la ciudad son buenos ejemplos de educación ambiental. El proyecto Pajareando ando, que consiste esencialmente en el avistamiento y protección de las aves que visitan y viven en el Instituto Técnico Industrial Francisco José de Caldas, y en el aprendizaje de la ornitología que esto trae, ha rendido fruto: los estudiantes que participan de él avistan aves y enseñan a hacerlo, y se han hecho conscientes de su estrecha relación con el entorno natural, con el medio ambiente. “Tristemente somos personas muy ignorantes—dijo una estudiante participante del proyecto al ser entrevistada por la Revista Fundación Convivencia—…las aves nos sirven para muchas cosas (…)Y no solo eso: las aves necesitan también de nosotros para sobrevivir” (González, 2018, p. 12)
Los resultados positivos de la implementación de los proyectos PRAE y de proyectos como Pajareando ando son los frutos que se esperan de la educación ambiental, la cual, según la Corte Constitucional, debe hacer de los estudiantes personas que “a través del ejemplo y del comportamiento cívico eduquen a los demás y contribuyan en forma definitiva a que los asociados adquieran una real y efectiva conciencia ecológica” (Corte Constitucional, 1994, párr. 4.5).
Referencias
Corte Constitucional . (2017). Sentencia C-225/17 20 de abril de 2017 Expediente D-11648 . Bogotá.
Corte Constitucional. (1994). Sentencia C-519/94 del 21 de noviembre de 1994 Expediente L.A.T.-036. M.P Vladimiro Naranjo Bogotá. Bogotá.
Corte Constitucional. (2005). Sentencia C-114/05 del1 5 de febrero de 2005.Expediente D-5320 M.P. Humberto Sierra Bogotá. Bogotá.
González, A. (2018). Pajareando ando. Revista de Educación Fundación Convivencia No 18. Pág 10-13.
Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible. (2016). Los proyectos ambientales escolares -PRAE en Colombia: Viveros de la nueva ciudadanía ambiental de un país que se construye en el escenario del posconflicto . Bogotá: Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible.
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