El desafío de darle sentido a lo que hacemos en una sociedad acelerada
- Diana Carolina Cárdenas
- 25 mar
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 26 mar

El estrés y la ansiedad se han convertido en enfermedades predominantes en la actualidad,
cuya raíz se encuentra, en gran medida, en factores de índole social. Vivimos en una época
marcada por la prisa constante, la hiperexigencia y el debilitamiento de los vínculos
afectivos. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), al menos 280 millones de
personas padecen depresión, lo que representa un aumento del 18 % en comparación con
hace una década. Este dato refleja un crecimiento alarmante, especialmente entre los
jóvenes de entre 20 y 30 años.
En palabras de especialistas, "existe además un imperativo de éxito, de consumo y de goce
ilimitado. Esto nos lleva a exigirnos cada vez más. Y esa exigencia, que siempre es
creciente, conduce a la persona a la insatisfacción, la tristeza, el abatimiento, la
desesperación y a sentirse sin recursos" Cuando el “hay que” domina sobre el “yo quiero”,
el deseo queda confinado a un rincón casi invisible.
A este panorama se suma un fenómeno característico de la actualidad: la denominada
“sociedad red”, definida por la aceleración constante y la fragmentación del tiempo, lo que
dificulta cada vez más su organización de manera armónica y saludable (Caballo, 2021,
citado en García & Villar). En este contexto, distintos estudios han evidenciado una
relación directa entre el aumento de los niveles de ansiedad y el uso excesivo de
dispositivos móviles.
La depresión, en muchos casos, se origina en una pérdida de sentido vital. Vivimos en una
época de sobresaturación de estímulos, información y experiencias que, lejos de
orientarnos, muchas veces nos confunden y desconectan de nuestros deseos genuinos. Esta
sobreexposición puede llevar a una sensación de vacío o desconcierto, en la que ya no
sabemos qué queremos ni hacia dónde dirigirnos. Por ello, resulta fundamental identificar y
cultivar actividades que tengan un sentido real para cada persona, que no respondan a una
lógica externa o utilitarista, sino que permitan un desarrollo auténtico, sostenidas en el
bienestar personal.
La teoría del flujo y el ocio como experiencia significativa
Mihaly Csikszentmihalyi, profesor de Psicología en la Universidad de Claremont
(California), es ampliamente reconocido por sus investigaciones sobre la felicidad, la
creatividad y, en particular, por desarrollar la teoría del flujo (Flow theory). Según esta
perspectiva, las personas alcanzan sus niveles más altos de bienestar cuando experimentan
lo que el autor denomina “estados de flujo”: “momentos en los que se hallan tan inmersas
en una actividad que nada más parece importar; la experiencia en sí misma resulta tan
placentera que continuarían realizándola incluso si implicara un gran esfuerzo, únicamente
por el placer intrínseco de hacerla.” (Csikszentmihalyi, 2000, p. 16, citado en García &
Villar, 2022).
Ejemplos de ello son el alpinista que alcanza la cima del Everest sintiéndose uno con la
montaña, la bailarina completamente entregada al movimiento o el artista absorto frente a
su obra. En todos estos casos, se produce una fusión entre la acción, la conciencia y la
emoción, generando una vivencia que se aproxima a la noción de felicidad. Estos estados
de fluidez se producen generalmente cuando una persona enfrenta metas claras que
requieren respuestas adecuadas, y se involucra con actividades que tienen directrices claras,
requieren del aprendizaje de habilidades, establecen objetivos y metas y proporcionan una
retroalimentación inmediata.
¿Buscas más equilibrio y disfrute en tu día a día? Esta infografía te da ideas sencillas y efectivas. ¡Descárgala ahora!
Desde esta perspectiva, el autor afirma que “el estado de fluidez tiende a producirse cuando
las capacidades de una persona están plenamente involucradas en superar un reto que es
posible afrontar” (Csikszentmihalyi, 2007, p. 43, citado en García & Villar, 2022). De este
modo, sugiere que las experiencias de flujo requieren un delicado equilibrio entre las
habilidades del individuo y las oportunidades de acción que ofrece la situación. Si la
actividad presenta un desafío excesivo en relación con nuestras capacidades, puede generar
frustración, ansiedad o preocupación; si, por el contrario, es demasiado simple, produce
relajación y, eventualmente, aburrimiento.
El autor concluye que, aunque las personas reconocen que actividades como tocar un
instrumento, pintar, escalar o andar en bicicleta son más gratificantes que, por ejemplo, ver
televisión, las primeras requieren una preparación previa. Es decir, para poder disfrutarlas,
es necesario invertir una cierta “energía de activación”. Cuando alguien está muy cansado,
tiene poco tiempo libre o le falta motivación, intereses o recursos, es más probable que opte
por actividades pasivas. Aunque estas resulten menos satisfactorias, son más inmediatas y
accesibles.
En las grandes ciudades, el tiempo destinado a desplazamientos suele ser tan demandante
que genera un cansancio incluso mayor que el de la propia jornada laboral, reduciendo
drásticamente el tiempo disponible para uno mismo. Aunque esta realidad es difícil de
modificar a corto plazo, conviene preguntarse: ¿qué hacemos con ese tiempo que sí nos
pertenece? La respuesta no es menor, dado que apunta directamente a la calidad de vida.
Tal como lo advierte la investigación, las actividades que ofrecen mayor gratificación
—como crear, moverse, explorar o aprender— requieren una inversión previa de energía.
Cuando estamos agotados o desmotivados, es más probable que optemos por prácticas
pasivas, como el consumo de pantallas, que, aunque accesibles, generan menor bienestar a
largo plazo. Por eso, reflexionar sobre cómo usamos ese tiempo libre no es solo una
cuestión de agenda, sino de sentido vital.
BIBLIOGRAFÍA
Elias, N. & Dunning, E. (2021) Deporte y ocio en el proceso de la civilización. Fondo de
Cultura Económica.
García, R. M., & Villar, M. B. C. (2022). Educar el ocio en la sociedad apresurada: El Ocio
Valioso como horizonte. Revista Ciencias Pedagógicas e Innovación, 10(2), 159-169.
Infobae. (2024, enero 13). Día mundial de la depresión: por qué aumentan los casos en el
mundo y en qué se diferencia de la ansiedad. https://www.infobae.com/salud/2024/01/13/dia-
mundial-de-la-depresion-por-que-aumentan-los-casos-en-el-mundo-y-en-que-se-diferencia-de-la-ansiedad/
Me voy con esta pregunta: ¿ qué hacemos con ese tiempo que sí nos
pertenece?
Muy interesante más en la época que viví