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El desafío de darle sentido a lo que hacemos en una sociedad acelerada

Actualizado: 26 mar

El sentido no se da, se crea. Se encuentra en los momentos en que nuestras vidas están alineadas con nuestros valores. Brené Brown
El sentido no se da, se crea. Se encuentra en los momentos en que nuestras vidas están alineadas con nuestros valores. Brené Brown

El estrés y la ansiedad se han convertido en enfermedades predominantes en la actualidad,

cuya raíz se encuentra, en gran medida, en factores de índole social. Vivimos en una época

marcada por la prisa constante, la hiperexigencia y el debilitamiento de los vínculos

afectivos. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), al menos 280 millones de

personas padecen depresión, lo que representa un aumento del 18 % en comparación con

hace una década. Este dato refleja un crecimiento alarmante, especialmente entre los

jóvenes de entre 20 y 30 años.


En palabras de especialistas, "existe además un imperativo de éxito, de consumo y de goce

ilimitado. Esto nos lleva a exigirnos cada vez más. Y esa exigencia, que siempre es

creciente, conduce a la persona a la insatisfacción, la tristeza, el abatimiento, la

desesperación y a sentirse sin recursos" Cuando el “hay que” domina sobre el “yo quiero”,

el deseo queda confinado a un rincón casi invisible.


A este panorama se suma un fenómeno característico de la actualidad: la denominada

“sociedad red”, definida por la aceleración constante y la fragmentación del tiempo, lo que

dificulta cada vez más su organización de manera armónica y saludable (Caballo, 2021,

citado en García & Villar). En este contexto, distintos estudios han evidenciado una

relación directa entre el aumento de los niveles de ansiedad y el uso excesivo de

dispositivos móviles.


La depresión, en muchos casos, se origina en una pérdida de sentido vital. Vivimos en una

época de sobresaturación de estímulos, información y experiencias que, lejos de

orientarnos, muchas veces nos confunden y desconectan de nuestros deseos genuinos. Esta

sobreexposición puede llevar a una sensación de vacío o desconcierto, en la que ya no

sabemos qué queremos ni hacia dónde dirigirnos. Por ello, resulta fundamental identificar y

cultivar actividades que tengan un sentido real para cada persona, que no respondan a una

lógica externa o utilitarista, sino que permitan un desarrollo auténtico, sostenidas en el

bienestar personal.


La teoría del flujo y el ocio como experiencia significativa


Mihaly Csikszentmihalyi, profesor de Psicología en la Universidad de Claremont

(California), es ampliamente reconocido por sus investigaciones sobre la felicidad, la

creatividad y, en particular, por desarrollar la teoría del flujo (Flow theory). Según esta

perspectiva, las personas alcanzan sus niveles más altos de bienestar cuando experimentan

lo que el autor denomina “estados de flujo”: “momentos en los que se hallan tan inmersas

en una actividad que nada más parece importar; la experiencia en sí misma resulta tan

placentera que continuarían realizándola incluso si implicara un gran esfuerzo, únicamente

por el placer intrínseco de hacerla.” (Csikszentmihalyi, 2000, p. 16, citado en García &

Villar, 2022).


Ejemplos de ello son el alpinista que alcanza la cima del Everest sintiéndose uno con la

montaña, la bailarina completamente entregada al movimiento o el artista absorto frente a

su obra. En todos estos casos, se produce una fusión entre la acción, la conciencia y la

emoción, generando una vivencia que se aproxima a la noción de felicidad. Estos estados

de fluidez se producen generalmente cuando una persona enfrenta metas claras que

requieren respuestas adecuadas, y se involucra con actividades que tienen directrices claras,

requieren del aprendizaje de habilidades, establecen objetivos y metas y proporcionan una

retroalimentación inmediata.


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Desde esta perspectiva, el autor afirma que “el estado de fluidez tiende a producirse cuando

las capacidades de una persona están plenamente involucradas en superar un reto que es

posible afrontar” (Csikszentmihalyi, 2007, p. 43, citado en García & Villar, 2022). De este

modo, sugiere que las experiencias de flujo requieren un delicado equilibrio entre las

habilidades del individuo y las oportunidades de acción que ofrece la situación. Si la

actividad presenta un desafío excesivo en relación con nuestras capacidades, puede generar

frustración, ansiedad o preocupación; si, por el contrario, es demasiado simple, produce

relajación y, eventualmente, aburrimiento.


El autor concluye que, aunque las personas reconocen que actividades como tocar un

instrumento, pintar, escalar o andar en bicicleta son más gratificantes que, por ejemplo, ver

televisión, las primeras requieren una preparación previa. Es decir, para poder disfrutarlas,

es necesario invertir una cierta “energía de activación”. Cuando alguien está muy cansado,

tiene poco tiempo libre o le falta motivación, intereses o recursos, es más probable que opte

por actividades pasivas. Aunque estas resulten menos satisfactorias, son más inmediatas y

accesibles.


En las grandes ciudades, el tiempo destinado a desplazamientos suele ser tan demandante

que genera un cansancio incluso mayor que el de la propia jornada laboral, reduciendo

drásticamente el tiempo disponible para uno mismo. Aunque esta realidad es difícil de

modificar a corto plazo, conviene preguntarse: ¿qué hacemos con ese tiempo que sí nos

pertenece? La respuesta no es menor, dado que apunta directamente a la calidad de vida.

Tal como lo advierte la investigación, las actividades que ofrecen mayor gratificación

—como crear, moverse, explorar o aprender— requieren una inversión previa de energía.

Cuando estamos agotados o desmotivados, es más probable que optemos por prácticas

pasivas, como el consumo de pantallas, que, aunque accesibles, generan menor bienestar a

largo plazo. Por eso, reflexionar sobre cómo usamos ese tiempo libre no es solo una

cuestión de agenda, sino de sentido vital.


BIBLIOGRAFÍA

Elias, N. & Dunning, E. (2021) Deporte y ocio en el proceso de la civilización. Fondo de

Cultura Económica.


García, R. M., & Villar, M. B. C. (2022). Educar el ocio en la sociedad apresurada: El Ocio

Valioso como horizonte. Revista Ciencias Pedagógicas e Innovación, 10(2), 159-169.


Infobae. (2024, enero 13). Día mundial de la depresión: por qué aumentan los casos en el

mundo y en qué se diferencia de la ansiedad. https://www.infobae.com/salud/2024/01/13/dia-

mundial-de-la-depresion-por-que-aumentan-los-casos-en-el-mundo-y-en-que-se-diferencia-de-la-ansiedad/

4 Comments

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Guest
Mar 27
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Me voy con esta pregunta: ¿ qué hacemos con ese tiempo que sí nos

pertenece?

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Es una gran pregunta, porque nos hace reflexionar sobre lo que realmente valoramos en nuestro día a día. Tal vez la clave esté en reconocer qué nos da sentido y bienestar.

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Guest
Mar 27
Rated 5 out of 5 stars.

Muy interesante más en la época que viví

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Qué bonito que te haya resonado con tu propia experiencia. A veces, mirar al pasado nos ayuda a entender mejor el presente. ¿Hay algo de aquella época que sigas valorando hoy?

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