Si bien la sexualidad tiene una base biológica, diversas investigaciones han demostrado que las personas se definen sexualmente a través de la interacción en diversos contextos relacionales: la familia, la escuela, los pares, los medios de comunicación y las redes sociales.
El papel de la familia en la socialización sexual
Las explicaciones sobre la sexualidad incluyen aspectos como el cuerpo, el contacto físico, los roles de género, las relaciones de pareja, la actividad sexual, los comportamientos y actitudes sexuales. Estas explicaciones distinguen entre lo que es aceptable o rechazado dentro del ámbito familiar y social. Desde el momento en que se asigna el sexo del bebé, la madre y otros miembros de la familia actúan para que el niño o la niña se identifique con lo que consideran adecuado para su sexo.
La importancia de las prácticas de socialización sexual en la familia se refleja en diversos estudios. De acuerdo con Trujillo (2007) se ha demostrado que la aceptación incondicional es una de las prácticas parentales más influyentes en el bienestar psicológico de los adolescentes. Además, cuanto más cercanos se sienten los adolescentes a sus padres, menor es el impacto de la presión de los pares en aspectos relacionados con la sexualidad, lo que actúa como un factor de protección. Igualmente, se ha observado que el apoyo y la cercanía emocional entre madre e hija se asocian con una edad más tardía de inicio de la actividad sexual y que una relación satisfactoria entre ellas reduce el riesgo de conductas sexuales de riesgo, aumenta el uso de métodos anticonceptivos y disminuye la probabilidad de embarazos no deseados.
Las familias que logran fomentar un mayor bienestar psicológico en sus hijos suelen caracterizarse por las siguientes prácticas:
Aceptación incondicional: Reflejada en comportamientos que buscan crear una relación cercana con los hijos, como compartir actividades y disfrutar de momentos privados. Estas acciones permiten que los hijos se sientan apoyados y aceptados tal como son.
Establecimiento de límites: Consiste en ajustar las expectativas y normas según la edad y las capacidades del niño. Los adultos comunican de manera clara y coherente las expectativas, siempre considerando el desarrollo y madurez del menor.
Fomento de la autonomía: Se promueve cuando se invita a los niños a reflexionar sobre las consecuencias de sus acciones y a plantear alternativas para resolver problemas, permitiéndoles explorar su entorno y aprender de sus experiencias.
Apertura a la comunicación: Implica una disposición para intercambiar información, experiencias y emociones de manera clara y abierta, fomentando un diálogo sincero y constructivo.
El rol de la escuela
La escuela también es un espacio esencial para el aprendizaje, la participación y la construcción de nuevos conocimientos que desafían creencias infundadas sobre la sexualidad. Además, la educación sexual ha sido encomendada a las instituciones educativas, abarcando varios elementos clave.
Primero, la educación en sexualidad es un derecho fundamental de toda persona, independientemente de su condición. Este derecho implica el acceso a información científica y basada en evidencia, lo que exige a los adultos estar informados a partir de fuentes confiables para desmitificar ideas erróneas que obstaculizan el desarrollo pleno de la sexualidad.
La información debe proporcionarse de manera oportuna, es decir, adaptada a la edad y al desarrollo cognitivo y emocional del menor, con el objetivo de fomentar decisiones sexuales autónomas y responsables que promuevan el autocuidado y el cuidado de los demás.
El papel de los docentes en este proceso es fundamental, no solo por lo que comunican verbalmente, sino también por sus actitudes y comportamientos, que influyen de manera significativa en cómo los estudiantes perciben y viven su sexualidad.
Se ha encontrado que la concepción personal que tienen los maestros acerca de la sexualidad incide en el sentido y la dirección que le dan al proceso educativo. Si la concepción de la sexualidad es negativa, la acción educativa que emprenda el maestro estará basada en el temor y la sanción. Pero si dicha concepción parte de la consideración de la sexualidad como una de las dimensiones de la identidad, así como de su rol en la garantía de los derechos humanos sexuales y reproductivos de las y los estudiantes, emprenderá acciones educativas orientadas al fomento de la autonomía. (Trujillo, 2007, p. 54)
De ahí que los distintos programas en sexualidad focalicen su interés en asuntos concernientes a la prevención de las consecuencias que se derivan de la actividad sexual: métodos anticonceptivos, infecciones de trasmisión sexual, embarazo, dejando al margen las dimensiones psicológicos y socioculturales de la sexualidad.
Sin embargo, el autor aclara que la responsabilidad de la educación sexual no recae únicamente en la escuela, sino también en otros agentes de socialización, como los grupos de pares y los medios de comunicación.
A partir del trabajo de investigación realizado por el grupo Familia y Sexualidad con diversos colectivos, se ha podido identificar que las acciones pedagógicas que favorecen el desarrollo de habilidades para el mantenimiento de la salud se distinguen por los siguientes aspectos:
(…) facilitan el acceso a información actualizada, libre de sesgos y fundamentada en evidencia sobre asuntos concernientes a la sexualidad; b) promueven el reconocimiento y el ejercicio de los derechos humanos sexuales y reproductivos; c) propician el análisis crítico de los propios contextos con el fin de clarificar las actitudes que favorecen u obstaculizan la adopción de prácticas de autocuidado, mutuo-cuidado y socio-cuidado. (p. 54)
Grupos de pares
Los grupos de pares son otro agente de socialización crucial. Desde la infancia, los niños se socializan sexualmente a través de los mensajes que intercambian, especialmente durante el juego. A partir de los 5 años, surgen dinámicas de exclusión basadas en lo que se considera adecuado para cada sexo, lo que puede derivar en comportamientos sexistas que afectan negativamente la convivencia.
(…) en las sociedades sexistas no se reconoce que hay muchas y muy variadas formas de ser hombre y ser mujer, es decir, que es imposible hablar de una expresión única y específica de “masculinidad” o de “feminidad”. Efectivamente, los estudios de género han permitido establecer que hay tantas formas de feminidad y de masculinidad como personas en el mundo; por esta razón, hoy se habla de “masculinidades” y “feminidades”. (Trujillo, 2007, p. 13)
En la adolescencia, el grupo de pares se convierte en una referencia clave. El sentido de pertenencia a este grupo influye significativamente en las cogniciones y comportamientos de los adolescentes, quienes tienden a ajustarse a las normas y expectativas del grupo para mantener su aceptación.
La influencia de los pares se manifiesta a través de la información que comparten sobre diversos aspectos de la sexualidad, el intercambio de experiencias y creencias, así como las normas tanto implícitas como explícitas, que se construyen dentro del grupo en torno a comportamientos considerados apropiados para hombres y mujeres. Esto incluye cuestiones como la edad de inicio de la actividad sexual y el uso de métodos de protección.
(…) se ha encontrado que la norma social tiene un efecto más fuerte que las actitudes personales sobre la intención de tener relaciones sexuales. Los datos indican que la motivación principal de las personas para iniciar su actividad sexual no es que sientan que sea divertida, sino que no quieren quedarse atrás con respecto al grupo de su misma edad. (p. 58)
Medios de comunicación y redes sociales
Los medios de comunicación y las redes sociales moldean concepciones, creencias y actitudes sobre el género, el cuerpo y las relaciones interpersonales. En este contexto, se ha resaltado la ausencia del 'eros', entendido como la dimensión afectiva de la sexualidad y la instrumentalización del cuerpo como un objeto de consumo.
Esta dinámica se manifiesta en la reproducción de estereotipos que refuerzan visiones rígidas de la feminidad y la masculinidad, limitando la autonomía individual. En lugar de promover decisiones conscientes y libres, estos escenarios tienden a establecer cómo debe ejercerse la sexualidad, lo que promueve prácticas lesivas como la anorexia, la bulimia, el acoso, el 'sexting' e incluso el suicidio. Para profundizar en este tema, te invitamos a leer nuestro blog sobre el cuerpo en la era digital
Además, figuras influyentes como los youtubers también están desempeñando un papel importante como referentes para los jóvenes. A través de sus plataformas, transmiten estilos de vida que perpetúan estereotipos de género y fomentan la comparación de los cuerpos con estándares de belleza que generan percepciones de deficiencia.
La influencia que ejercen sobre sus audiencias, especialmente adolescentes, puede tener un impacto significativo en cómo estas construyen su identidad y viven sus relaciones.
(…) desde la perspectiva psicológica, la importancia del cuerpo para el desarrollo de la sexualidad no radica, exclusivamente, en el potencial que tiene para producir placer a través de la actividad sexual o para permitir la reproducción de la especie, sino en la percepción que el individuo tiene de sí mismo. Las personas viven su vida a través del cuerpo; por lo tanto, la actitud que expresen hacia él tiene un papel central en el desarrollo de su identidad y, particularmente, de su faceta sexual.
Construir una sexualidad saludable exige un grado óptimo de conformidad con el cuerpo. Un alto grado de insatisfacción con el cuerpo, se relaciona con problemas de salud como depresión, desórdenes alimenticios, abuso de esteroides, prácticas de autocuidado deficientes. Situación que según afirma Trujillo (2007) no solo afecta a hombres y mujeres jóvenes, sino también a personas adultas, a niños y niñas.
Ante esta realidad, la educación de la sexualidad es una alternativa para promover prácticas de cuidado. Para tal fin es recomendable facilitar:
• El conocimiento de las partes del cuerpo desde edades tempranas.
• El reconocimiento de las diferencias anatómicas y funcionales entre el cuerpo de las mujeres y el de los hombres.
•Información oportuna y veraz acorde a la edad y en un ambiente tranquilo sobre los cambios que experimenta el cuerpo a lo largo de la vida. (Trujillo, 2007, p. 77)
Estos principios parten de la idea de que no es posible valorar lo que no se conoce. Es necesario partir del autoconocimiento como condición elemental para la autoevaluación y el autocuidado.
A continuación, se presentan diversas acciones observables en distintos contextos de la sociedad que no fomentan una sexualidad saludable. Identificarlas en nuestra vida cotidiana es crucial para promover un entorno más sano y respetuoso.
Silenciar o evitar el diálogo sobre la sexualidad.
Emitir comentarios despectivos o burlas sobre el cuerpo.
Imponer estereotipos de género.
Minimizar el consentimiento y el respeto corporal.
Tolerar o normalizar el acoso y la violencia sexual.
Fomentar el uso de un lenguaje discriminatorio o sexista.
Segregar las actividades por género de forma rígida.
No ofrecer orientación emocional o psicológica adecuada.
Enseñar una educación sexual limitada o moralista.
En la plantilla que te invitamos a descargar, encontrarás una serie de acciones y recomendaciones diseñadas para promover un desarrollo sano de la sexualidad.
BIBLIOGRAFÍA
Lamas, M. (1999). Género, diferencias de sexo y diferencia sexual. Debate feminista, 20, 84-106.
Trujillo, E. V. (2007). Sexualidad? mucho más que sexo. Universidad de los Andes.
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