FORMAR PENSAMIENTO CRÍTICO PARA ASUMIR LAS REDES SOCIALES“
- María Cristina López Díaz
- 6 mar
- 6 Min. de lectura
“No adoctrines a tus hijos. Enséñales cómo pensar por sí mismos, cómo evaluar la evidencia y cómo estar en desacuerdo contigo".
Richard Dawkins. Biólogo evolutivo, etólogo, zoólogo y divulgador científico británico.

Hablamos con Maritza Díaz Barón (Investigadora y Profesora Catedrática en el Departamento de Antropología de la Pontificia Universidad Javeriana; Investigadora en Antropología de la infancia y educación y Consultora y Asesora para diversas Entidades) y Diana Giraldo (Comunicadora Social-Periodista, Magíster en Filosofía y PhD en Ciencias de la Información y la Comunicación. Actualmente es Profesora Asociada de la Universidad del Valle, en la Facultad de Educación y Pedagogía) sobre el Pensamiento Crítico en las Redes Sociales. (Fundación Convivencia, 2023)
En la conversación surgió la invitación a cuestionar; a identificar desacuerdos para llegar a acuerdos; a proponer alternativas; a ser creativos; a reflexión permanentemente sobre nuestras propias acciones y su trascendencia; a construirnos como sujetos en sociedad. Se hablo del pensamiento crítico como una habilidad psicológica superior que se puede y se debe enseñar. De la capacidad argumentativa a desarrollar a partir de habilidades de las que estamos equipados desde la primera infancia:
El “Pensamiento Crítico” se ha vuelto parte del discurso cotidiano. Nos evoca algo positivo, inherentemente bueno, importante, necesario, pero aún nos falta mucho trabajo para desentrañar en qué consiste.
Es una habilidad que tiene que ver en gran medida con el desarrollo de la capacidad argumentativa, de poder comprender o expresar diferentes puntos de vista, entender que los hechos no son blanco o negro, que la realidad está llena de matices. Que hay otras formas de pensar que no necesariamente coinciden con la manera en que uno ve las cosas.
Por medio del pensamiento crítico podemos llegar a consensos, pero también a buenos disensos, a estar en desacuerdo sin que eso implique un conflicto negativo.
Aunque algunos tengan resistencia a la idea de la crítica, hay que verla como una habilidad de pensamiento, como esa posibilidad de ahondar en las cosas, de cuestionar, de reflexionar acerca del sentido que subyace a los acontecimientos, a las posturas, a los mensajes que conforman la vida cotidiana y los grandes elementos que están a nuestro alrededor. Ese ejercicio reflexivo nos invita a no ser sujetos pasivos, que asimilan y se adhieren a posturas dominantes, a modas, o a lo que se establezca como un deber ser; sino que se puede cuestionar para proponer alternativas, ser creativos y construirse como sujetos y miembros de una sociedad.
De igual forma, el pensamiento crítico se asimila con tener criterio. Decir lo que se quiere planteando argumentos. Contar con las suficientes bases para poder identificar desacuerdos, pero también para llegar a acuerdos.
Esa capacidad argumentativa, se desarrolla a partir de habilidades de las que estamos equipados desde la primera infancia, y es fundamental que se empiece a desarrollar allí. Que a medida que se va creciendo, en particular en la adolescencia, se establezca el gusto por estar informados y por construir conocimiento constantemente.
El pensamiento crítico se puede enseñar y se debe enseñar. Hace parte de una de esas habilidades psicológicas superiores, como la llamaría Vygotsky, que necesitan ser estimuladas, enseñadas y aprendidas socialmente.
Algunos pedagogos aconsejan trabajar muy explícitamente desde los 7 u 8 años, cuando los niños ya son capaces de reconocer que existen otros puntos de vista diferentes del suyo y de las personas que tienen en su entorno. Estimular el pensamiento y proveer condiciones para cuando venga esa capacidad argumentativa.
El pensamiento crítico se desarrolla gradualmente y va alcanzando niveles de complejidad a medida que se tiene más experiencia, que leemos, escribimos, viajamos, conocemos otras culturas, otras formas de vivir, de pensar, etcétera. Desarrollar esta habilidad es una tarea permanente.
A los niños no hay que darles las respuestas sin darles la posibilidad de resolver, porque el pensamiento crítico está absolutamente ligado a la resolución de problemas. Las razones más cercanas a la felicidad están en poder resolver los problemas de la vida, siempre de la manera más ética y estética posible.
A los pequeños hay que darles la posibilidad de explorar el entorno y abordar el aprendizaje de esa exploración desde las preguntas, entablando verdaderos diálogos reflexivos. Dejando instalado el hábito de cuestionamiento, de verificar fuentes, evidencias e identificar si hay sesgos prejuiciados.
En el pensamiento crítico también válida la emoción, porque siempre estamos sintiendo cosas. Lo que transita por nuestro sentir hacia el otro o lo otro, media en lo que hablamos, y desde donde hablamos. El otro es el que no es como soy yo. Y tenemos una sociedad que tiene estructurada una conformación de otredad donde cualquier diferencia tiende a ser segregada, minimizada en la valía que tiene, porque no es el nosotros aceptado.
El pensamiento crítico se desarrolla gradualmente y va alcanzando niveles de complejidad a medida que se tiene más experiencia, que leemos, escribimos, viajamos, conocemos otras culturas, otras formas de vivir, de pensar, etcétera.
Esto se vuelve importante en el manejo de las redes sociales. Muchos, especialmente en la adolescencia, sienten la angustia de no ser parte de un nosotros, de un colectivo, y eso les genera una gran vulnerabilidad, al punto de llegar a traicionarse a sí mismo con tal de sentirse reconocidos por colectivos. Los adolescentes pierden fácilmente el criterio cuestionador, si eso va en contra de pertenecer.
Aprender a reconocer al otro y sus emociones es básico para el pensamiento crítico, porque ese otro, más adelante también puedo ser yo.
Otro aspecto por enseñar y desarrollar dentro del pensamiento crítico, inmerso en el manejo de las redes sociales, es la posibilidad de identificar la manipulación. Reconocer el manejo de información que se realiza, las estrategias diseñadas para producir ciertas reacciones, para conducir a algún lugar en términos sociales, de credos políticos, de formas de vida.
Contar con el ejercicio de reflexión y cuestionamiento permanente, acompañado de la toma de conciencia sobre las propias acciones y la trascendencia de estas sobre las acciones de los otros, es algo cada vez más valioso para tener una relación constructiva con el mundo.
La dinámica de instantaneidad bajo la que funcionan las redes sociales permite a muchos un juego de empoderamiento temporal para humillar y reducir a otros sin criterio alguno. Formar un criterio pasa por el tema de alfabetización digital, de forjar responsabilidad frente a lo que se envía, o reenvía, a través de las redes sociales. De establecer un espacio y tiempo de análisis para no publicar lo que puede ser falso, o lo que no es conveniente publicar.
Sin duda hay personas que carecen de herramientas de análisis para reconocer que la información que se comparte es tan solo una porción de la realidad, que representa e interpreta los intereses de quien la está contando. Por eso son necesarios los espacios de formación, donde se realicen ejercicios de comprensión de los mensajes, de reconocimiento y fiabilidad de las fuentes.
Todavía estamos comprendiendo qué es esto de las redes sociales y las implicaciones que tienen. Aún se necesita mucha investigación, conocer y explorar qué es lo que está pasando, para dimensionar el papel que tienen en la sociedad.
Pero mientras aprendemos, no podemos apagar las pantallas, o simplemente restringirlas, hay que generar conocimiento sobre el tema, porque la ignorancia y el miedo son contraproducentes.
Es complejo pretender manejar el tema con dictámenes técnicos o decálogos, porque el proceso implica ejercicios reflexivos de construcción de pensamiento crítico, donde se debe buscar la resignificación de sí, para poder tomar conciencia sobre la lógica relacional que hay en esas esferas. Implica entender y ponerse en diálogo bajo términos de más equidad y menos sumisión.
No se necesita ser experto, pero si estar ahí, comprometido, para discernir y tomar decisiones informadas.
Las posibles herramientas se basan en prácticas de reflexión no culposas. Espacios de escucha y dialogo, zonas familiares, donde se pueda compartir la rabia, la incertidumbre y el miedo que circula.
“Somos una sociedad que nos escuchamos muy poco, que dialogamos muy poco, que le tenemos mucho temor al error y a ser recriminados cuando cometemos un error, fácilmente buscamos justificarlo en otro y nos cuesta trabajo asumir “sí” me equivoqué”.
Parecen elementos sencillos, pero detrás está la clave para transformar las relaciones culturales y sociales que pueden generar un piso al pensamiento crítico. Un dialogo verdadero con el otro, que construya confianza y transforme realidades.
La mayor complejidad está en generar mecanismos para interpelar a los medios, para que actúen con responsabilidad, con mayor conciencia. Es un trabajo de maestros y familias nada sencillo, en el que también está comprometido el tipo de materiales al que tienen acceso los niños.
La alfabetización mediática es una necesidad. Hay que aprender a leer en internet, ya no basta con decodificar, entender las oraciones, identificar ideas principales, ahora se le suman textos discontinuos. Hay que generar la reflexión desde la familia, y con ayuda de los maestros forjar análisis más complejos, algoritmos más grandes, que formen pensamiento crítico para sacarle provecho a las redes sociales, sin manipulación.
Bibliografía
Revista de Educación Fundación Convivencia N.31(Enero2023) Podcast “Más Allá de la Escuela”, Pensamiento Crítico En Las Redes Sociales. https://5198d549-08f7-4b08-ad66-fc623853de32.usrfiles.com/ugd/1e4262_4f5b2db7efb14cc5adf321f102083cef.pdf
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