Redefiniendo el ocio: De la productividad digital al desarrollo humano
- Diana Carolina Cárdenas
- 18 mar
- 3 Min. de lectura

[…] si nosotros conseguimos hacer que las personas entiendan que el ocio
está muy ligado a la humanización, muy ligado al propio sujeto, al
relacionarse mejor consigo mismo y con la sociedad, que el ocio no es
solamente una válvula de escape […]. Todo esto puede hacer que la calidad
de vida en América Latina como un todo se mejore. Que las personas se
tornen más conscientes de su papel social, de lo que ellas representan y así la
vida pueda tener más sentido. (E.EG.B.) (Gomes, 2014, p. 12)
El ocio es una dimensión fundamental de la vida humana que va más allá de la simple recreación. Es un espacio de liberación, un derecho humano y una necesidad que permite el
desarrollo personal y colectivo en diferentes contextos culturales. Sin embargo, en la era
digital y en una sociedad dominada por la productividad, ha sido relegado a un papel
meramente utilitario, perdiendo en muchos casos su esencia liberadora.
El ocio es una experiencia humana integral caracterizada por actividades elegidas libremente que resultan satisfactorias y tienen un fin en sí mismas, con implicaciones tanto individuales como sociales. Gomes (2011) destaca que las prácticas socioculturales del ocio son expresiones que cada comunidad construye y resignifica según su contexto histórico y cultural, incluyendo desde el arte y la música hasta experiencias digitales modernas.
De acuerdo con Maroñas, Martínez y Gradaílle (2019) asociar el ocio únicamente con la diversión, el tiempo libre, la realización de una actividad específica o incluso con la pérdida
de tiempo resulta reduccionista e insuficiente. Esta perspectiva simplista descuida la compleja interacción de factores internos que sustentan las cogniciones, emociones, motivaciones, actitudes y valores que preceden y desencadenan las conductas de ocio, así como los procesos vivenciales que las acompañan.
El papel del ocio en la realización personal y la vida comunitaria
En sociedades donde el trabajo y la productividad predominan sobre otros aspectos de la existencia, la falta de espacios para el ocio afecta la salud mental, la creatividad y la
cohesión social. Como señalan diversos estudios, la recreación y el ocio no pueden ser
considerados elementos secundarios, sino aspectos esenciales para una vida equilibrada.
En este sentido, no solo contribuye al disfrute personal, sino que también permite el Fortalecimiento de lazos sociales y la construcción de identidad. Su ausencia o su reducción
a un mero pasatiempo utilitario afecta el desarrollo emocional de las personas, quienes
terminan atrapadas en un ciclo de consumo masivo sin una verdadera conexión con su
entorno o consigo mismas.
Ocio digital
Pinto (2009) advierte sobre el riesgo de concebir el ocio únicamente como una extensión del trabajo productivo, donde su función se limita a la recuperación del individuo para retomar sus labores. Actualmente, numerosos influencers promueven la idea de que las personas utilicen su tiempo libre para generar ingresos a través de actividades digitales. Esta tendencia refleja un interés por minimizar todo tiempo no productivo, transformando el ocio en una extensión del ámbito laboral y diluyendo su esencia como espacio de desarrollo personal.
El ocio en el mundo digital está condicionado por la necesidad de distracción inmediata y
por una lógica de consumo masivo. Esto genera una paradoja: en lugar de proporcionar
descanso real y un espacio de crecimiento, el ocio digital muchas veces refuerza el
cansancio mental y la sensación de vacío.
Recuperar el ocio como experiencia plena
El ocio está condicionado por las ideologías políticas, religiosas, económicas y sociales de cada momento histórico. En la actualidad, el ocio tiende a ser visto como un recurso funcional o un simple remedio contra el estrés. La digitalización ha transformado las dinámicas del ocio, haciéndolo más accesible, pero también más efímero y, en muchos casos, menos significativo. Las prácticas de ocio individualizadas, mediadas por las tecnologías de la información y la comunicación, pueden limitar el potencial social y cultural del ocio al reducir las Oportunidades de interacción y participación comunitaria.
Para restaurar el verdadero valor del ocio, es esencial reconocerlo como una práctica cultural profundamente arraigada en la identidad y la historia de cada sociedad. De este modo, el ocio puede recuperar su función como espacio de disfrute, conexión vital y auténtica libertad. La educación tiene la responsabilidad de guiar a las personas desde experiencias predominantemente individuales y pasivas hacia actividades más activas y comunitarias, fomentando la participación social y el compromiso asociativo.
FUENTES BIBIOGRÁFICAS
Gomes, C. (2014). El ocio y la recreación en las sociedades latinoamericanas actuales. Polis. Revista Latinoamericana, (37).
Maroñas Bermúdez, A., Martínez García, R., & Gradaílle Pernas, R. (2019). Educación del
ocio en y con la comunidad. Aportes desde la pedagogía social. Perfiles educativos, 41(163), 111-126.
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