“La sexualidad forma parte de nuestro comportamiento, es un elemento más de nuestra libertad. La sexualidad es obra nuestra – es una creación personal y no la revelación de aspectos secretos de nuestro deseo-. A partir y por medio de nuestros deseos, podemos establecer nuevas modalidades de relaciones, nuevas modalidades amorosas y nuevas formas de creación. El sexo no es una fatalidad, no; es una posibilidad de vida creativa”
Michael Foucault, filósofo francés.
Los seres humanos somos sexuales desde nuestra concepción, hasta que morimos. Esta condición hace parte de la identidad propia y la de los demás, está involucrada en casi todas, sino en todas, las relaciones e interacciones.
Nos involucramos sexualmente con nosotros y con los otros a través de los sentidos, de diferentes maneras, desde la realidad, las fantasías, los deseos y los sueños.
Pero a pesar de que la sexualidad está muy presente en la vida, que convivimos con ella a diario, que tiene un explotación desmedida comercialmente; es un tema del que no hablamos tan abiertamente, ni nos informamos. El tema nos incluye a todos, pero por diferentes razones de diversa índole, sigue siendo para muchos un tabú. Seguimos escuchando disyuntivas entre la procreación y el placer, entre la obligación y la libertad.
Entre las complejidades debemos tener presente el abanico de posibilidades referentes a la identidad sexual, sin diferenciarlas como buenas o malas:
“La identidad sexual: es cómo te consideras internamente, como hombre, como mujer o como intersexual y hace alusión básicamente a la parte biológica… La identidad de género: se va construyendo desde el momento en que nacemos, con el sexo de asignación arranca todo un proceso de construcción cultural y social, entonces el género es esa mirada de si me siento masculino, femenino, transgénero, etc., y eso puede coincidir con mi identidad sexual o no. Y la identidad erótico-afectiva: donde se es heterosexual, homosexual, bisexual o asexual. Cuando relacionamos dichas identidades comienza a complicarse la cosa, porque puedo ser hombre, ya que tengo pene, pero mi identidad de género puede ser de mujer y mi afinidad erótico-afectiva ser bisexual…, una resolución personal complicada entre lo que soy con lo que quiero ser… más si estoy en una sociedad muy restrictiva”. (López, M C. 2016. Pg. 33)
No muy fácil de explicar, por lo que se suelen poner ejemplos sobresalientes como el de “Brigitte Luis Guillermo Baptiste, una bióloga colombiana transgénero. Ella nació como hombre, le gustan las mujeres, tiene esposa y dos hijas, pero que se identifica, comporta y viste con apariencia física de mujer, incluso se implantó senos, como símbolo indispensable de su feminidad”. (López, M C. 2016. Pg. 33)
En Baptiste se combina lo que la mayoría conocemos como femenino y masculino, desde el mismo nombre. Su aspecto es de mujer y su voz de hombre, este último rasgo, según algunas entrevistas, le ayuda a imponerse en una sociedad que todavía es muy machista.
Para ella no debería preocuparnos delimitar y definir lo femenino de lo masculino. Lo ve como algo del pasado, que tenia que ver con la reproducción, en la que también se debería destacar, con el mismo énfasis y de la misma forma, otras características importantes como la edad, el vigor, la fertilidad, etc.
Brigitte asume el tema con responsabilidad y conocimiento, con autoridad se basa en la clasificación y variedad reproductiva de las plantas y los animales.
Como ella muchos aseguran que científicamente está demostrado que es falsa la equivalencia simple entre sexo y género, que no todas las mujeres corresponden a los estándares femeninos que se manejan culturalmente y que no todos los hombres cumplen con lo concerniente a lo masculino de dichos imaginarios.
Consideran que la delimitación de las sexualidades va en dirección contraria al desarrollo y el goce. Entienden la sexualidad de una manera más amplia, con mayores significados y cargas emotivas. Como algo complejo donde las masculinidades y feminidades deben asumirse como construcciones deliberadas, llenas de sentido, de relaciones significativas con las que cada uno se sienta satisfecho. Hablan de libertad para amar como quieran. El límite está en que no atente contra la voluntad y el bienestar de otros.
Más allá de la división entre hombres y mujeres - que se hable de equidad, de igualdad, de justicia- históricamente ser mujer le ha dado a la persona una posición de inferioridad, de debilidad, de subordinación, sobrellevando diversas cargas psicológicas, sexuales, económicas, sociales e institucionales.
“El rol atribuido a las mujeres aún confina a la mayoría al hogar, al trabajo reproductivo, al cuidado - labores importantes pero invisibilizadas y sin protección social -, lo que las mantiene alejadas de estudios matemáticos o científicos, de trabajos directivos e ingresos dignos, subrepresentadas, dependientes”. (López, M C. 2021. Pg.13)
Durante años el sangrado normal que ocurre como parte del ciclo mensual, fue motivo de especulación. Desde la idea de ser parte de su imperfección hasta la de ser excreción de residuos, estuvieron en los conceptos de la medicina griega.
“Conversando con el grupo del semillero, que inicialmente era de niñas, sobre ¿qué es eso que nos hace mujeres?, surgió el tema de la menstruación y las experiencias traumáticas que enfrentan a partir de este cambio natural que culturalmente resumimos en el paso de “niña a mujer”. La docente del área de Ética, Valores Humanos y Filosofía identificó entonces en las estudiantes los mismos argumentos que relataba la profesora y filósofa francesa Simone de Beauvoir en 1949” (López, M C. 2016. Pg.19).
Aunque podemos asegurar que la mayor carga por discriminación en razón de género y violencia recae sobre mujeres y niñas - en el mercado laboral, en oportunidades de educación, en participación política, en propiedad de tierras, en mayor responsabilidad de las actividades de casa, en mayores índices de abuso sexual, en discriminación salarial, en violencia obstétrica, en excesiva cosificación en publicidad, etc.-, no es posible dejar de lado los desafíos que padece la masculinidad, tratando de corresponder a los prototipos.
No podemos encasillar a todos los hombres y tildarlos de machistas, pero el sistema está diseñado así, de tal modo que para muchos de ellos también es imposible escapar. Ellos también sobrellevan la educación cultural, mitos, creencias, expectativas y condicionamientos basados en su género, lo que determina su actuar. (López, M C. 2021. Pg.13)
Por eso son valiosas las campañas en las que se exploran otras masculinidades, que los niños y niñas conciban “que también pueden” que, aunque parezca esencialista “los niños también pueden llorar, puede gustarles el rosado, cuidar a sus hermanitos y hasta cocinar” (López, M C. 2016. Pg.20).
Lastimosamente, en busca de caminos de equidad vemos aun actividades que siguen tramitando a hombre y mujer como antónimos, como contrarios. Un enfrentamiento absurdo en el que todos nos hacemos daño.
Algunos han optado por espacios exclusivos, por la denominada “discriminación positiva”, medidas que, aunque segregacionistas en apariencia, están pensadas para favorecer a un colectivo socialmente vulnerable. (López, M C. 2021. Pg.14)
Detrás de ese conjunto de políticas y prácticas que se implementan para reducir la discriminación, se suscita la reflexión en torno a la desigualdad por género y sexo, se promueve la transformación de prácticas culturales, fomentando las relaciones armónicas.
Es necesario “reconocer cuáles son las construcciones que hay frente a la masculinidad, cuáles frente a la feminidad y qué es lo que circula en la cultura institucional… pues es común encontrar “chicas con posiciones muy machistas a las que su contexto no les permitía otra cosa”, de ahí la necesidad inicial de hacer un empoderamiento con las mujeres”. (López, M C. 2016. Pg.19).
Es importante estar informados, asumir el tema con responsabilidad para no sobrellevar la sexualidad como una pena - una fuente de prohibición, de dolor, insatisfacción, violencia y limitación-, sino como parte de nuestro cuerpo y bienestar – experimentar placer, amores, afectos -.
A muchos padres abordar el tema les genera temor, por ello sexólogos expertos como Fernando González “relaciona la verdad, la confianza y el acompañamiento como requisitos necesarios para una buena formación. Refleja casos increíbles y desconcertantes que ha tratado como sexólogo y que lo han hecho preguntarse por el papel y la responsabilidad de los adultos significativos en la educación de los chicos”. (López, M C. 2016. Pg. 35)
“González habla de adultos significativos porque no siempre son los padres, familiares o docentes, los referentes. Para él “son muchos los mayores que reaccionan “con miedo, evitando, negando y reprimiendo, cuando deben estar atentos a escuchar y saber qué es lo que pasa… Por eso hay que identificar el adulto significativo en cada familia y mirar cómo lo promovemos, pues muchas veces él también tiene que solucionar sus propios problemas sexuales… O peor, muchas veces los padres son los agresores sexuales… (López, M C. 2016. Pg. 35)
El sexólogo habla de “un proceso de reeducación sexual para los adultos, ayudarlos también en sus problemas, para que estén en capacidad de poder ayudar a los niños y niñas”, orientar adecuadamente a los menores que están en formación. (López, M C. 2016. Pg. 35)
Advierte que, si seguimos “metiendo la cabeza entre la arena”, nos va a ir mal.
Es importante romper con el ciclo, porque la desigualdad de género nos traspasa a todos y en todos los niveles. En términos prácticos, contribuir con la transformación de los patrones de conducta, promover políticas que modifiquen las dinámicas de poder y redefinir las relaciones de género no solo contribuye con el empoderamiento y autonomía de la mujer. Los cambios benefician tanto a las mujeres y a las niñas, como a los hombres y a los niños. (López, M C. 2021. Pg.14)
BIBLIOGRAFÍA
López, M C. (septiembre – diciembre 2016) “Ansiedad que Paraliza y Cobra Vidas”. Revista de Educación, Fundación Convivencia. N.12. Pg. 32.
López, M C. (mayo – agosto 2021) “Entre autonomía y protección, no es solo cuestión de mujeres”. Revista de Educación, Fundación Convivencia. N.26. Pg. 12.
López, M C. (septiembre – diciembre 2016) “En período de reflexión”. Revista de Educación, Fundación Convivencia. N.12. Pg. 18.
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