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SOMOS DISTORSIÓN DENTRO Y FUERA DE LA RED

La mayoría de las personas son otras: sus pensamientos, las opiniones de otros; su vida, una imitación; sus pasiones, una cita.

Oscar Wilde (1854-1900) Dramaturgo y novelista irlandés.


Hablamos con Juan Carlos Amador Báquiro. Profesor titular e investigador en Comunicación – Educación, infancia y juventud, y educación para la paz, de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas. Postdoctor en ciencias sociales, niñez y juventud, y doctor en educación. Y Juan Carlos Garzón Rodríguez. Investigador en temas de infancia, educación y escuela, desde las ciencias sociales. Competencia para la inclusión de las Tecnologías de la Información y el conocimiento en proyectos educativos. Formación clínica en psicoanálisis. Experiencia como docente en el campo epistemológico de las ciencias sociales y la educación.
La conversación giró en torno a la distorsión que se maneja en las Redes Sociales virtuales. Hablamos sobre la percepción de la realidad, de la verdad, del poder, de un capitalismo avanzado que trabaja en formas simbólicas de construir realidades. También de la distorsión como experimentación del Yo, como posibilidad de resistencia. (Fundación Convivencia, 2021)

La dinámica del mundo mediada por la Internet y las Redes Sociales cambió la manera en que nos comunicamos, nos informamos, nos reunimos, nos entendemos y nos presentamos ante los otros.


Ahora hablamos de distorsión, de cómo se altera la percepción de la realidad a través de la información y desinformación que se publica en estas plataformas. 


Entre las distorsiones más reconocidas está la tendencia a interpretar la información de acuerdo con las creencias o percepciones que ya se tienen. Abrir la información con titulares acomodados o polarizados para lograr el ingreso, así la noticia no contenga reflexión alguna o lleve a ninguna parte. Reforzar el contenido de enfrentamiento sobre determinado tema o grupo, para generar consumo, así se deshumanice a los demás. 


La mayor distorsión que se utiliza tiene relación con la imagen corporal que se proyecta. La exposición de fotografías, pinturas e iconos con edición y filtros que distorsionan la percepción de lo que es normal o deseable. 


Pero distorsionar de manera selectiva la realidad no es un asunto reciente, y mucho menos propio del uso de las redes sociales, al parecer siempre ha existido. Algunos conocedores lo relacionan con la post verdad, un contexto en el cual no tiene mucho sentido el significado, sino la imagen. Donde la verdad está más del lado del poder y no de la posibilidad que se tiene de contrastar, verificar e incluso de pensarla. 


La verdad siempre ha sido algo relativo, por eso el problema no es quien la tiene, sino cuáles son las implicaciones y qué es lo que esa verdad desata en términos de posibilidad en la vida social. Son muchos los casos en los que el poderoso es el que dice cómo funciona el mundo. Donde es verdad, lo que el poder quiere que sea verdad. 


La forma de vida contemporánea, enmarcada en el capitalismo, resalta el trabajo en ventas qué hacen las grandes corporaciones y los procesos de los grandes medios. Donde además de mercancías, venden mundos.  Ejemplo, un reconocido desodorante que ofrecía un mundo de seducción masculina. 


Es un capitalismo avanzado que trabaja en formas simbólicas de construir realidades. Esto seduce a las audiencias que quieren hacer parte de esos mundos. Es una cosa de fascinación. 

Otro elemento interesante, es la importancia que adquiere el significante, tal vez por encima del significado. Es un poco extraño, pero el significante se hace tan grande, tan fascinante que no se busca el foco del significado. Hay significantes que son tan atractivos, que de alguna manera las personas adquirieron cierta identificación con ellos. En ocasiones pueden ser muy artificiales, totalmente del mercado, pero al parecer todo tiene que ver con eso. 


De hecho, las Redes Sociales también muestran qué postea la gente, qué publica, de qué manera interviene en la red, atendiendo su estatus, su condición social, su clase, su género. 

Aunque en términos generales, las prácticas comunicativas de cada sector y/o población reflejan sus proyectos vitales, lo que les preocupa, sus apuestas sociales y políticas. En cada Red los flujos de información e interacción varían. Una cosa es Instagram, otra cosa Twitter y Facebook, u otros medios. 


Al volver sobre la pregunta de qué es lo que se distorsiona. La idea de distorsión supone que hay un núcleo y una esencia que termina duplicándose mal, o termina de menor nivel. 

La distorsión puede derivar en una idealización de sí mismo, en una proyección de uno engañosa. 


Pero también puede derivar en algo distinto. Como lo que pasó con la realización de la Copa América en Colombia. En el 2001 también sirvió al poder para decir vamos a olvidar el conflicto, a callar las voces. Años después en otro escenario, ante el planteamiento de realizarla, los jóvenes lo usaron como atmósfera de protesta, en medio de los juegos de la Copa Libertadores. 


Pero distorsionar de manera selectiva la realidad no es un asunto reciente, y mucho menos propio del uso de las redes sociales, al parecer siempre ha existido

En el fondo la distorsión no se controla. Pueden ser una ruta de emancipación con la que tomamos distancia de la dominación. 


También podemos ver la identidad como una transgresión permanente, solo que en los marcos del capital puede oscilar entre la subjetividad que queda como coartada o puede derivar en unos flujos de emancipación, de solidaridad, de crítica, de pensar otros mundos.

El mundo que tenemos nos crea una realidad. Realidad que finalmente no es un objeto, tangible, pura. Sino que es algo que construimos socialmente y hay un montón de asuntos que intervienen en la manera en cómo la construimos.  


Escenarios como la redes y los medios son mecanismos que en un momento dado permiten imaginarse de otra manera, permiten pensarse de otra manera. Y no se trata de si eso es bueno o malo, sino de la complejidad para lograrlo. 


Hay investigaciones que reseñan cuántas identidades se podrían encontrar en una persona, como jugando un poco con esas formas identitarias. No hay explicaciones muy claras del por qué se hace eso, pero quizás sí lo refieren como un mecanismo de resistencia, de escape, de inventar mundos posibles. 


En una época el cine, la literatura y la poesía, eran los que permitían crear esos mundos posibles. Hoy se pueden crear en la realidad virtual, en las redes, en los videojuegos, ahí hay otras posibilidades. Es como una experimentación del yo interesante. Una realidad en este mundo que opta por buscar alternativas subjetivas de placer.


 ¿Hay manera de saber lo que uno quiere ser sin jugar y sin ensayar? La construcción del Yo se ensaya, se experimenta, no es algo que se tiene como una posesión, sino es algo que se prueba. Podría decirse que estamos en un contexto histórico en el que el Yo está en continua transición. Es como una condición de la época. 


Previo a las redes sociales mediadas por la tecnológica, abuelas, bisabuelos y papas experimentaron también un tipo de distorsión. Una mujer tenía un matrimonio de 30 o 40 años porque era algo sagrado, un Yo estable que significaba identidad. Pero cuando se veía de cerca, detrás de la apariencia había golpes, humillaciones, abuso sexual. 


Hay variadas historias que por salvaguardar una identidad admitían vejaciones que actualmente no se entienden, ni tendrían sentido. 


La identidad siempre ha sido una contradicción, que hoy las redes ponen de manifiesto, porque está el historial, se visibiliza. Antes no quedaba ese historial, pero estaba presente todo el tiempo en la formación, en las relaciones sociales y las identidades familiares, que parecían funcionar de manera estable, pero que en el fondo manejaban distorsiones, patologías algo complejas. 


Siempre hemos intentado salvaguardar una identidad, pero no somos homogéneos, ni entidades monolíticas. Hay conflictos, posiciones distintas, grupos diferentes y perspectivas diversas. 


Cada generación ha experimentado esa producción de la subjetividad de diferente manera. En relaciones sociales, con el cuerpo, en su forma de vestir, en su forma de hablar, con los juegos, en los espacios de encuentro. 


Hay una tendencia permanente de los seres humanos a experimentarse a sí mismos, de experimentar el Yo, porque es un tema que hace parte de nuestra condición humana. En otras generaciones pasó de otra manera, hoy se tramita por los medios, las pantallas, las narrativas, etcétera. 


Esas identidades ancladas, establecidas, en muchas ocasiones no nos dejan ser, no nos dejan percibir el mundo de otra manera. En este conflicto estamos todos, en el dilema de si somos de esta manera por qué lo escogimos o porque es él deber ser, lo que está establecido, la manera correcta.


Foucault, en su larga obra, explica que la subjetividad tiene al menos dos maneras: una tiene que ver con la relación directa del sistema social hacia nosotros, como adoptamos unos discursos, unas prácticas, que van configurando nuestros modos de ser, entonces son subjetividades muy alineadas con el estado y el discurso correcto. Y están unas subjetividades a veces más divergentes, más en resistencia, que van a veces en contra. En temas de género, del cuerpo, se encuentran unas claves interesantes para entender un poco esas otras formas de subjetividad. Una emancipación existencial, otras formas que se resisten a las formas que están establecidas. 


Hoy la Red les ofrece a los chicos un universo que les permite experimentar. A veces quedan atrapados en lógicas capitalistas, institucionales, pero sabemos que el mercado es muy hábil. En otras ocasiones abordan otros procesos que les ayuda a ser críticos frente a lo que está en la web y les permite hacer parte de contenidos distintos.


La distorsión es la historia humana misma. Es una reproducción, pero también una crítica de lo que somos. Distorsionamos en función de reproducir el poder, para afirmar estos modos de dominación. O la operamos para mostrar que esa dominación que es invisible, que es tácita, en realidad es una estructura monstruosa, injusta. 



Bibliografía

Revista de Educación Fundación Convivencia N.25 (Enero 2021) Podcast “Más Allá de la Escuela”, ¿Quién soy en la red? La red como vitrina. https://5198d549-08f7-4b08-ad66-fc623853de32.usrfiles.com/ugd/1e4262_c68fc86392ee47e98504e99378056b07.pdf

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